CONOZCAMOS NUESTRO SANTO PATRONO

QUIEN ERA SAN MATEO?
El apóstol o Evangelista San Mateo, fue uno de los 12 discípulos más cercanos de Jesucristo, quien antes de ser llamado ejercía como recaudador de impuestos en Cafarnaúm; Territorio que estaba bajo el dominio de Herodes Antipas; una ciudad ubicada en una ruta comercial muy recorrida por caravanas que se dirigían a Siria y Egipto.
Conocido como Leví o Leví de Alfeo, recibió de Jesús el nombre de Mateo, que significa «don del Señor».
A San Mateo se le atribuye la autoría del primero de los Evangelios llamados sinópticos (los de San Mateo, San Marcos y San Lucas).
Su profesión era muy mal vista por los judíos, justamente por estar al servicio del tetrarca romano que dominaba a los judíos y muchas veces explotaba al pueblo para obtener ganancias extra.
De acuerdo con su propio evangelio, fue llamado por Jesús, quien le dijo: “Sígueme” cuando se hallaba en su despacho recaudando tributos. “San Mateo respondió con admirable prontitud a la exhortación al apostolado del Maestro” (www.Bibliografíasyvidas.com).
Como despedida y en señal de querer compartir su fe, invitó a Jesús a un banquete con sus amigos de su vida pasada, hecho que hizo que Jesús fuera criticado por los fariseos, a quienes él mismo respondió: «No he venido a llamar a los justos, sino a los pecadores» (Marcos 2;15-17).
Desde ese momento Mateo dejó sus riquezas y siguió los pasos de Jesús y siguió su doctrina.
En su evangelio San Mateo narra como acompañó a Jesús en su ministerio, hasta ser testigo de su muerte, resurrección y ascensión al cielo; destacando que Jesús era el Mesías prometido en la tradición antigua.
Pocos detalles se conocen sobre la vida de San Mateo después de Jesús, pero la tradición indica que después de Jesús predicó en varias regiones de Persia y Etiopía.
En la actualidad, San Mateo es considerado el Patrono de banqueros, financistas, contadores y funcionarios públicos; y su fiesta se celebra el 21 de septiembre.
La vida de San Mateo nos deja grandes lecciones por aprender:
Jesús nos invita a seguirlo sin importar nuestro pasado o nuestra reputación.
Seguir a Jesús implica disposición a abandonar la vida antigua, poner toda la confianza en Dios y ponerlo en primer lugar.
Nadie está fuera del alcance de la gracia y el amor de Dios.